domingo, 31 de mayo de 2020

La nueva normalidad

En estos momentos tan duros, subrealistas, llenos de incertidumbre, dicen que vamos a cambiar, a ser mejores personas y "salir del nido" renovados y listos para vivir  de otra manera. La nueva normalidad quizás sólo consiste en cumplir tres reglas, realmente fáciles: lavarnos las manos, mantener una distancia de 2 metros y utilizar mascarilla cuando no podamos mantenerla. Sólo son tres reglas... ¡pero que difícil de cumplir!

Cuando salgo a la calle, siento que no hemos aprendido nada, que seguimos siendo los mismos: esos seres egoístas que tienen que pasar primero, que tienen que romper las normas porque así son más listos, que siguen en el pensamiento de a mí no me va pasar por lo que me da igual... Si miras a tu alrededor, que pronto se ha acabado la solidaridad y la gratitud: ya sólo quiero salir y hacer lo que me dé la gana sin contar con que lo que yo haga repercute en mi familia, mis amigos, mis médicos, mis enfermeras, mis policías, mis cajeras del super, mis vecinos, mis compañeros del trabajo... y de todas esas personas que se han quedado sin trabajo, que han tenido que pasar el confinamiento en una habitación sin tener que comer y con la amenaza de la expulsión por no poder pagar el abusivo precio de esa cutre habitación. Pero "no pasa nada" yo salgo, y hago lo que quiero por que yo lo valgo (lema que ha hecho mucho daño). Esos somos nosotros, la ciudadanía que efectivamente vuelve a la vieja normalidad, sin novedades de ningún tipo.

sábado, 4 de mayo de 2019

¡Qué bonito es el románico!




Un momento, amigos. Antes de poneros a leer tenéis que apretar el triangulito. 
-Se llama play, Koala 

Pues eso, el triangulito 
-Que cabezón eres Koala
Le dais al triangulito y, cuando empiecen los señores a cantar, pues eso, os ponéis a leer, ¿vale? 
Y no os preocupéis si la música se os pone en el estómago. Es normal, a nosotros también nos pasa. 
Llegan todas las notas corriendo y se te meten en la barriguita, así, como blanditas. 
Es como el algodón de azúcar pero no pringa. Se te ponen en la barriga y, de repente, no os lo vais a creer, pero empiezas a flotar 
Los koalas, como pesamos menos pues sólo somos hueso y pellejo, somos los primeros en despegar, pero al final, cuando hay suficientes notas en la iglesia, hasta el Elefantito y el Rinoceronte tiran para arriba. 
No veáis que grassioso es eso. 
Es como si fueras en avión pero sin avión. Como si estuvieras tumbadito encima de ellas, que se ponen muy juntitas y se agarran de los rabitos para que no se escape ninguna, como una vez nos pasó con Bach
Ñam Ñam, nuestro leoncito, como todavía es un poco bebé y no le había pasado nunca esto, se puso un poco nervioso al principio, pero todo se arregló cuando el Rinoceronte le dijo
-Tu haz como si corrieras por el Serenguetti
Y cuando lo hizo vio que aquello era muy divertido, y se puso a hacer carreras por el techo, y en una de esas, como estaba muy oscuro, casi se dio con las imaginaciones del Elefantito.
Era un relieve románico que está en el patio.

-En el claustro
Sí, en el patio del monasterio donde viven esos señores que cantan... 
-Los monjes
Sí, esos mismos. 
Van todo de negro y dan un poco de susto, pero cuando cantan es fantástico, pues vas flotando. 
El Elefantito abre las orejas como si fuera Dumbo y le gusta planear muy despacito mientras piensa en el románico, y como le gusta tanto, se ven las esculturas en medio de lo oscuro, flotando también. 
-Ay - dijo el Leoncito al chocarse con una de ellas.
-¡Qué bruto eres! ¡Me la has torcido! 
Y tuvo que imaginarla de nuevo para ponerla recta.
Eran unos señores que andaban, como peregrinos.
Y al lado suyo otros que discutían sobre cosas muy difíciles y tenían las caras muy serias y los pies como de puntillas.

-Qué bonito es el románico - decía entonces. 
-Es un poco serio, Elefantito.
-Antes tenía colores.
-Y ¿por qué los han borrado?
-Son muy antiguas, koalas.
Y de repente pasó a toda velocidad el Rinoceronte.
-Hola, amigos.
Y la imaginación románica se deshizo en muchos cachitos. 
-¡Ya me la habéis vuelto a romper, con lo que cuesta hacerla entera! 
Pero no lo pudo evitar. Al Elefantito le gusta tanto el románico que volvió a imaginarse otra escena llena de animales aún más raros que nosotros. 

-¿Son otros animales imaginarios? 
-Sí, pero del románico.
-Son muy feos.
-Y dan chusto -dijo el Otro Koala.
Pues aunque le guste tanto al Elefantito, el románico siempre da un poco de chusto
-Son como nuestros monstruos del armario. 
-Si, Koala, ellos también pintaban sus monstruos del armario - dijo muy serio, como si estuviera diciendo algo muy importante - . Todo el mundo los tiene y... 
Pero al Elefantito no le dio tiempo a terminar pues los señores que cantaban... 
-¡¡¡¡¡los monjeeeeeeees!!!!! 
Los monjeeees se callaron de repente y las notas que nos sujetaban empezaron a desaparecer y nosotrooooos a caeeeeeer...
¡Plof !
Vaya coscorrón nos dimos todos. 
-¡Ay!
-¡Ay!
-¡Ay!
Nos quedamos hechos un montoncito junto a nuestros papis mientras los señ... 
-¡¡¡¡Los monjes!!!! 
Los monjes se marchaban a dormir después de cantar y la gente ya se levantaba de los bancos sin darse cuenta que, arriba, junto al techo, toda la iglesia estaba llena de imágenes románicas flotando. 
-Miradlas. Parecen mariposas - dijo el Elefantito que las miraba emocionado.

Vicente Camarasa y Amparo Gómez-Rey

En Silos a 3 de mayo de 2019

lunes, 1 de abril de 2019

Pensamientos Koalas IV: El cambio de hora


¡Hola!


Estoy muy preocupado... ¡tanta hora que nos dan y nos quitan!!!! Yo creo que cada vez que hacen un cambio de hora, se van quedando minutos... ¿No os pasa que los días os cunden menos? El Otro Koala y yo lo tenemos muy hablado... Alguien debe tener una cajita llena de minutos que nos van quitando...