martes, 25 de noviembre de 2014

¿Qué es educar? Reflexión de José Luis Sampedro sobre la educación.

"La solución a largo plazo de todo es la educación, la preparación de los seres humanos. Ahí sí tendríamos que hacer progreso y desarrollo. Lo primero es que la gente razone y piense por su cuenta. Nos están educando al revés, nos educan para producir y consumir. Nadie nos prepara para ser más humanos, para ser mejores. Dicen que no hay alternativa a este desarrollo, cómo que no: ser mejores en vez de tener más cosas. La alternativa es educar para ser mejores".
José Luis Sampedro (1917-2013)

Poco hay que añadir: no se puede decir mejor.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Seguimos con el miedo...


Imagen tomada de:  3.bp.blogspot.com

Como veis, últimamente estoy trabajando con el miedo, bueno mejor si lo hacemos "cachitos"  y decimos con "los miedos",  ya que parecen un poco más enfrentables.

El miedo es una de las grandes emociones y todos, en mayor o menor medida tenemos miedos: a las arañas, los petardos, a las aglomeraciones de gente, a tomar decisiones, a enfrentarnos a nuestro jefe, a reclamar una deuda o un libro prestado, a devolver un plato que no está en condiciones en un restaurante, a hablar en público... La lista puede ser interminable (miraos "por dentro" y añadir los vuestros si no están en la lista).

Todos estos miedos son más o menos normales y podemos vivir con ellos. El problema es cuando estos miedos se hacen tan ingobernables que, son ellos y no nosotros quienes controlan nuestra vida. Es importante que le pongamos nombre y aprendamos desde pequeñitos a manejarlos para que podamos reducirlos y hacerlos desaparecer (profes, padres, abuelos: aquí tenéis una tarea más).

En este esfuerzo por vencer a los miedos, os recomiendo encarecidamente la lectura de Anatomía del miedo de mi admirado José Antonio Marina en el que de una manera brillante, amena y, en ocasiones, hasta divertida, nos lleva de la mano por esos armarios llenos de monstruos que todos tenemos.


Os dejo aquí la Carta a mí mismo que os puede ayudar en vuestra personal lucha (por si os da pereza enfretaros con el libro) que se encuentra en el capítulo siete.
¡Ánimo, valientes!

"CARTA A Mí MISMO DÁNDOME NUEVE CONSEJOS CONTRA EL MIEDO
Estimado amigo:
Te has librado por los pelos de ser un Kafka sin talento, y como los miedos están agazapados y pueden volver en cualquier momento, te doy nueve consejos de urgencia para enfrentarte a ellos: 

1. Distingue los miedos amigos de los miedos enemigos. Los amigos te advierten del peligro para librarte de él, no para entregarte en sus manos. Los amigos te preparan para acometer, los enemigos te disuaden de que lo hagas y, además, te vampirizan, o sea, te dejan exangüe.

 2. Tú no eres tu miedo. Una de las artimañas más insidiosas usadas por el miedo para debilitar nuestra fuerza es que nos identifiquemos con él y nos sintamos avergonzados. Esto nos condena al silencio, al secretismo y nos impide buscar ayuda. Los miedos son algo que soportamos, como la úlcera de estómago. Tienes que pedir respeto por tus miedos, como por tus otras dolencias.

 3. Debes declarar la guerra a los miedos enemigos, que han invadido tu intimidad. Hay que movilizarse, es decir, adoptar una postura activa. Recuerda lo que leíste en el libro de M. J. Mahoney Psychotherapy Process: «Hay que mantener el énfasis sobre las acciones, como es característico del planteamiento conductual de los problemas clínicos. Por ejemplo, sospechamos que las investigaciones futuras revelarán que gran parte del éxito de la terapia racional emotiva de Ellis —tan atractiva para los terapeutas de orientación cognitiva— se debe al énfasis que se pone en las obligaciones de la vida real, y al interés del terapeuta en que el sujeto actúe de forma distinta a la de ocuparse del análisis racional de las ideas irracionales.»

 4. Tienes que conocer a tus enemigos y a sus aliados. Hay que conocer las estrategias del miedo, las circunstancias en que prefiere atacar, sin olvidar que es un fenómeno transaccional, que surge de la interacción de un factor subjetivo —tú— y de un factor objetivo —tu circunstancia—. El enemigo está, por lo tanto, fuera y dentro de ti. Dentro de ti están las falsas creencias que lo alimentan, el miedo al esfuerzo, y, si me apuras, estás como todos nosotros intoxicado de comodidad. ¿A cuántas cosas has dado poderes plenipotenciarios sobre tu vida, es decir, cuántas cosas insignificantes has convertido en imprescindibles? «Lo que poseo, me posee», dijo Nietzsche previendo sin duda nuestra época de hipotecas generalizadas en lo inmobiliario y en lo anímico.

 5. No puedes colaborar con el enemigo. Todos podemos ser colaboracionistas sin darnos cuenta. El miedo es invasor y como todos los invasores tiende a corromper al invadido. Puede apoderarse de la conciencia entera del sujeto, alterar sus relaciones. Conviene por ello que lo aísles dentro de tu dinamismo mental. No intentes justificarlo. No puedes decir: «Hoy no voy a esa reunión porque va a ser muy aburrida», cuando deberías reconocer: «No voy a esa casa porque me da miedo la gente.» No puedes decir: «No me vale la pena reclamar por una cosa tan boba», cuando en el fondo lo que estás pensando es que no sabes cómo hacerlo o que no te atreves. 

6. Tienes que fortalecerte. Te daré una fórmula infantil por su simplicidad: La solución para luchar contra el miedo es disminuir el peligro o aumentar los recursos personales. En primer lugar, tienes que preparar tu organismo para la batalla. El miedo emerge de la biología, aunque no se reduzca a ella. Está demostrado que el ejercicio físico es un antídoto contra la angustia. Proporciona además una nueva relación con el cuerpo y con las sensaciones que proceden de él. Aumenta la tolerancia al esfuerzo. No olvides que las personas con tendencia a la angustia soléis eludir el ejercicio físico. 

7. Háblate como si fueras tu entrenador. El modo como conversamos con nosotros mismos, y la influencia que tiene en nuestro estado de ánimo ese Otro íntimo con que conversamos, nos permite acceder o no a las fuentes de nuestra energía. Los entrenadores saben muy bien que el atleta debe animarse a sí mismo antes de dar el salto. Y los terapeutas más conspicuos insisten mucho en preguntar al paciente los comentarios que se hace en secreto sobre la terapia que está recibiendo. Saben que una actitud displicente o unos comentarios acres o devaluadores van a limitar la eficacia del tratamiento.

 8. Debilita a tu enemigo. Critica las creencias en que se basa. Desenmascara sus jugadas de farol. Búrlate de él. Desarrolla el sentido del humor para desactivarlo. Aprovecha todo lo que sabes para hacerle daño. Y sabes dos cosas al menos. Primera: que las técnicas para desprestigiar el estímulo peligroso son la desensibilización imaginaria o real. Exponerse gradualmente, en vivo o en imagen. Segunda: que las creencias erróneas son el caballo de Troya del que se sirve el miedo para entrar dentro de ti. Hay que detectar esas creencias, criticarlas, discutirlas, arrinconarlas y, cuando estén lo suficientemente debilitadas, darles una patada en el culo —porque las ideas también tienen trasero— y sustituirlas por otras creencias adecuadas para vivir.

 9. Busca buenos aliados. Es difícil combatir el miedo solo. Y si el miedo es patológico, imposible. Busca, pues, consejo y ayuda de personas competentes. Y, si tienes esa suerte, busca a quien pueda darte ánimo cuando estés desalentado. Las redes de apoyo afectivo son la mejor solución a muchos de nuestros problemas, incluido el miedo, pero tienen un defecto: no dependen sólo de nosotros. Recuerdo que uno de mis maestros de juventud, Maurice Merleau-Ponty, repetía: «Un hombre vale lo que valen sus relaciones.» No sé si tenía razón, pero sé que me hizo ver que crear una red de afectos es una de los grandes triunfos de la inteligencia. "

lunes, 10 de noviembre de 2014

..."Hechos un lío" (Para pensar un poco)

"Vivimos entre el recuerdo y la imaginación, entre fantasmas del pasado y fantasmas del futuro, reavivando peligros viejos e inventando amenazas nuevas, confundiendo realidad e irrealidad, es decir, hechos un lío".

Anatomía del miedo, José Antonio Marina.

Hoy he encontrado una cita de Leonardo da Vinci que, quizás, deshaga algo del lío:

"El hombre es víctima de una soberana demencia que le hace sufrir siempre, con la esperanza de no sufrir más. Y así la vida se le escapa, sin gozarla".


sábado, 1 de noviembre de 2014

¡Hay un monstruo en el armario!




-¡Vicentito! ¡Vicentito! ¡Corre, ven!- lloriqueó el Koala- ¡Ven de prisa!
-Eso, corre, corre- insistió la Jirafita.
-¿Qué pasa?
-¡Ven corriendo, porfa! ¡Hay un monstruo en el armario!
- Vamos a ver, ¿qué os pasa? ¿Por qué estáis todos lloriqueando?
- Porque la puerta del armario está abierta y está saliendo el monstruo- explicó el Elefantito.
-¡Y nos da mucho chusto!-añadió el Rinoceronte, sin dejar de lloriquear.
-¿A todos os da chusto la puerta abierta del armario?- preguntó Ampalito asombrada.
-Sííííííí- contestaron todos entre hipos.
-¿Y qué se os ocurre que podemos hacer?
-¡Corre, corre, cierra la puerta que está saliendo una patita azul!- dijo el Koala, tapándose la cabeza con el edredón.
-¡No es azul!- gritó el Camello-. ¡Es rojo!
-¡No, verde!-chilló el Rinoceronte, muy enfadado.
-¡Qué no… ¡Qué es azul!- volvió a decir el Koala.
-No… ¿Es que no la veis? Es marrón- chilló la Jirafita, escondiéndose detrás de Vicentito.
-¡Vale! ¡Vale! Vamos a cerrar la puerta del armario y vamos a hablar de lo que pasa, ¿os parece?- preguntó Ampalito.
-Bueno…
-¿Veis? Ya está cerrada. Venid todos aquí.
-¿Seguro que está cerrada?
-Sí, Koalita, ya puedes salir de debajo del edredón.
-¿Seguro?
-Que sí, pesao,- dijo el Rinoceronte-. Ya está cerrada.
-Venga, sin llorar, contadme qué pasa.
- Pues… que cuando la puerta del armario está abierta…
-Sale un monstruo marrón muy feo…
-¡Qué no es marrón, Jirafita! ¡Que es verde!
-¡Rojo!
-Vamos a ver si me entero –dijo Vicentito- ¿qué hay en el armario: un monstruo de muchos colores o muchos monstruos cada uno de un color?
Los animales imaginarios se miraron unos a otros extrañados…
-No lo sabemos- respondieron todos a la vez.
-Dime, Elefantito, ¿tú cuantos monstruos ves y de qué color?
- Yo veo las patitas de uno gris.
-¿No lo has visto entero?-preguntó Ampalito.
-No, sólo las patitas porque me da mucho chusto y me tapo con el edredón y así no me ve.
-Vale, vale, no llores, pequeñito. No pasa nada…-le consoló Vicentito.
-Pero yo veo una pata gorda de un monstruo verde, -dijo el Rinoceronte.
-Pero tú, Rinoceronte, ¿ves las patitas del monstruo gris del Elefantito?
-No, sólo veo la pata gorda verde…
-¡Ah!, bueno, parece que cada uno veis un monstruo diferente.
-(S)í, (S)í, y (q)uita mis (e)uritos- añadió el Pulpo que estaba muy callado hasta ahora (Os recordamos que el Pulpo se come las letras y escribimos así lo que él dice para facilitar la lectura, nota del Elefantito)
-¿Te quita los euritos de verdad, Pulpo?
- Ummmm! (T)odavía no (q)uitado.
-Entonces, ¿te da miedo que te puedan quitar los euritos?
-(S)í.
-Y tú; Jirafita, ¿a qué tienes miedo?
-¡A que se acaben los colores y sólo quede el marrón y tenga que hacer todos los vestiditos de color marrón!¡Puajjjj! ¡Qué feo!
- Rinoceronte, a ti ¿qué te da miedo?
-Yo no quiero ser un Rinoceronte verde: yo quiero ser siempre amarillo.
-Camello, ¿por qué no te gusta el rojo?-le preguntó Vicentito ya empezando a entender que pasaba.
-No gusta rojo. En Túnez, primos que llevar guiris por el desierto tener manta roja. A mí no gustar: yo camello carreras y no llevar guiris, por eso venir con vosotros. No querer ser llevador de guiris!- y se puso a llorar.
-No te preocupes, Camello, no vas a ser llevador de guiris por el desierto – le consoló Ampalito acariciándole la cabeza.
Vicentito y Ampalito se miraron, comprendiendo: cada monstruo correspondía al miedo que cada uno de los animalitos tenía.
-¿Os parece que os enseñe un juego para que no tengáis chusto?- les preguntó Ampalito.
- Sí, sí, sí. No gusta chusto. No querer tener.
-¿Os acordáis de nuestra amiga la Totuga?-todos asintieron con la cabeza-. Cuando se asustaba, ¿qué hacía?
-Se metía dentro del caparazón y luego, cuando pasaba un ratito, salía.
- Pues vamos a hacer algo parecido. Cuando tengamos miedo, estemos enfadados, tristes… nos vamos a poner como si nos metiéramos en el caparazón como la tortuguita, así… Ponemos los bracitos por encima de la cabeza y nos hacemos una bolita. ¡Muy bien! Después vamos a contar hasta diez respirando despacito… y cuando lleguemos a diez, nos preguntaremos ¿qué me pasa? Hay que ser muy sincero y decir estoy enfadado, triste, asustado…
-¡Qué divertido! –dijo el Elefantito-. Cuando llegas a 10 estás menos enfadado…
Plofff!
-¿Que te pasa Camello?
-Caído, ¡no sale bien bolita! ¡Risa!
Y todos nos reímos.
-Y… ¿qué hacemos después?- preguntó la Jirafita, siempre impaciente.
-Preguntaros por qué estáis enfadados o asustados.
-¿Así? ¿(Es)toy (a)sustado (p)orque no (en)cuentro (ca)jita (e)uritos?
-¡Muy bien, Pulpo!
-¿Y luego?
-Preguntaros ¿qué puedo hacer?
-¡Claro! Puedo guardar tela de colores por si se acaban los colores.
-¡Bravo, Jirafita!-la felicitó Ampalito-. Cuando ya sabemos qué vamos a hacer… Salimos del caparazón y lo hacemos.
-Y ¿si no sabemos por qué nos pasa?- preguntó el Koalita
- ¿O no se nos ocurre que hacer?- añadió el Otro Koala, que ese fin de semana estaba de visita en casa.
-Muy fácil, Otro Koala: salimos del caparazón cuando sepamos cómo nos sentimos y como tenemos a nuestros amigos y a los papis, se lo contamos y seguro que entre todos encontramos la solución.
-¡Qué bien! ¡Qué divertido! ¡Muchas ideas y todos nos ayudamos!–dijo el Elefantito todo emocionado.
-¿Os gusta el juego?
-Síííííí. Hacer bolita de tortuga- y todos se pusieron a hacerse una bolita
-(R)isa, ya no chusto…
-¿Abrimos la puerta del armario para que veáis que no hay monstruos?
-Vale. Pero con cuidadito no quede alguno y se vaya a escapar-dijo Vicentito, riendo.
-¡Totuga! -gritaron todos los a vez mientras Ampalito abría la puerta del armario.

Desde aquel día, cuando estamos tristes, enfadados, tenemos miedo… nos decimos ¡Totuga! y ¡se acaba el chusto! Probar vosotros también.


En la Casita, comiendo buñuelos, el día uno de noviembre de 2014.

Amparo Gómez-Rey y todos los bichos.