sábado, 28 de enero de 2017

¿Un sueño imposible? (Para pensar un poco)




Cuando viajas por el mundo te suelen hacer la pregunta: ¿De dónde sois? Al contestar, con orgullo patrio, que de España, la respuesta, siempre, siempre, siempre, ha sido la misma: ¿Real Madrid o Barça? En ese momento, siento que el suelo se hunde bajo mis pies. ¡No me gusta el fútbol! (aunque sé lo que es un fuera de juego y mi corazoncito está en el Manzanares). Pones cara de circunstancia, sonríes y dices: Soy de Madrid. Claro, ellos no te identifican con la ciudad sino con que eres del Real Madrid e, inmediatamente, te cantan las loas de Cristiano Ronaldo (recuerdo que en Marraquech nos tuvimos que tragar sus mejores goles que el taxista se empeño en mostrarnos en su móvil mientras conducía). ¿Puede haber algo diferente al fútbol que nos acerque a los seres humanos? Ya sé que me vais a contestar, como tantas veces, todas las cosas positivas que tiene un deporte como el fútbol, que si levanta pasiones, que si fomenta valores, que si traspasa fronteras, que si... 

Los valores del deporte (de cualquier deporte) son innegables, pero creo que, al fútbol de élite, se le han perdido eclipsados por el dinero y el poder que éste representa.

Hace poco, en uno de esos ratos tontos en los que te sientas en el sofá y enchufas la tele, me encontré con dos anuncios seguidos. En el primero, Pau Gasol anunciaba unos muñecos de peluche con formas de frutas y verduras, animando a los niños a consumirlas. El siguiente, estaba protagonizado por Cristiano Ronaldo, muy guapisimo él, jugando al póquer on-line. Sin embargo, les hemos enseñado a los niños que su héroe debe ser el segundo, no el primero. ¿Somos conscientes de qué estamos potenciando?: Una imagen de cuerpo extra20 que ¿cuántos niños llegarán a tener?, que es fantástico jugar al poker: ¡Cr7 lo hace!,  a querer unas zapatillas o una camiseta con un nombre impreso que cuesta 80 euros (creo que algo más si es especial), fabricada en unas condiciones lamentables en China o India... Quizás a que sueñen con meter muchos goles o a que ¿sólo quieran ser el supermillonario futbolista?

Me dejo muchas cosas en el tintero como entradas con IVA del 12% en vez del consabido 21% que tiene, por ejemplo, ver bailar a Sara Baras, las irregularidades en los pagos a esa Hacienda que somos todos, los contratos oscuros, los negocios en los palcos, las construcciones de estadios, los cánticos racistas y machistas en las gradas, la violencia de unos aficionados que, en nombre de unos colores, se permiten hacer en la Plaza Mayor lo que nunca se permitirían en sus países, el tener que gastar un dinero que no tenemos en proteger a la Cibeles o a Neptuno cada vez que hay una posibilidad de ganar algo, en reponer desde el mobiliario urbano hasta los espejos históricos de Valle-Inclán en el Callejón del Gato... 

Bueno, lo dejo aquí, ya que el "fútbol despierta pasiones" y no quiero perder a "mis más mejores amigos", que diría Manolito Gafotas. Sólo permitidme una última reflexión. Ayer escuchaba las declaraciones de Rafa Nadal que, desde la humildad, la ilusión, el sufrimiento y el esfuerzo que ha realizado para recuperarse, se mostraba feliz porque iba a estar nuevamente en una gran final y decía que lo que más le gustaba era que iba a jugar con (no contra) su amigo Federer. ¿Oiremos alguna vez a Piqué o a Ramos decir algo así en una final Madrid-Barça?

Mi sueño es que algún día, cuando siga viajando por el mundo, me hablen de los Gasol, de Nadal y... ¿Por qué no?, de Don Quijote, ese español universal que ponía mi libro de texto de la escuela.