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Queridos Reyes Magos:
En estos días en los que andamos todos liados escribiendo la carta con nuestros deseos y nuestra lista de bondades que nos hacen merecedores de recibirlos, yo quiero pediros una cosa muy especial...
El mes de diciembre, mes frío y oscuro, es, además, una época del año difícil y rara ya que, a pesar del frío y la oscuridad, tenemos que demostrar que somos los más felices del mundo porque llega la Navidad o los más amargados, por el mismo motivo.
Hemos convertido la Navidad en una fiesta tan, tan, tan especial que cualquier cosa que nos saque de los cánones nos hace sentirnos terriblemente mal: la soledad es más grande, las ausencias más tremendas, los problemas enormes y las dificultades imposibles de asumir. Tenemos que comprar como posesos, decorar casas y calles como si no hubiera un mañana y pediros miles de regalos materiales que suplan todas las carencias emocionales que tenemos durante al año: todo ese tiempo del que no disponemos para dedicar a nuestros amigos, hijos, pareja, familia, se suple con regalos que os pedimos para todos ellos, sin darnos cuenta que es más importante escuchar las penas de tu hija adolescente durante un rato en el momento que la traiciona su "mejor amiga", o el cansancio de aguantar las dificultades de llegar a fin de mes de tu hermano, o darle un abrazo a tu pareja cuando está enfada con el mundo, que llenarlos de regalos un día al año.
Yo os espero con mucha ilusión todos los años; para mí es una fiesta muy especial en la que la magia vuelve a nuestras vidas y en la que todo puede ser posible.
Por ello, ahora que estamos escribiendo las cartas, os pido que nos concedáis a todos un poco de paciencia para tratar con las personas que nos rodean y podamos escucharlas y comprenderlas; un poco de respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás para que todos nos sintamos mejor unos con otros; un poco de cortesía y buenas maneras que harán más fácil la convivencia; un mucho de agradecimiento hacia lo que somos, tenemos y las personas que nos quieren, y la capacidad de regalar abrazos entrañables y cálidos todos los días del año.
¡Ah! No os olvidéis de la sensatez a la hora de dejar los regalos: no necesitamos tantos; a mi me enseñaron que se podían pedir sólo tres (uno a cada Rey Mago) y una sorpresa. Aún sigo así, por lo que me pido...