viernes, 30 de enero de 2015

Educando a los Monstruos del armario. 1



Imagen tomada de: desmotivaciones.es/2166488/El-mounstruo-de-las-galletas

En este blog, hemos identificado los miedos con esos "monstruos  que viven en el armario" y que son muy astutos porque pueden salir de allí e instalarse en nuestra mente alimentándose de nuestros pensamientos y haciéndose cada vez más y más grandes hasta que nos dominan.

El miedo es una emoción que nos ha resultado útil a través de nuestra evolución, permitiéndonos identificar los peligros y enfrentarnos a ellos huyendo, atacando, paralizándonos o sometiéndonos: nos incita a buscar una conducta adaptada a la evaluación que hacemos de ese peligro. Pero si no sabemos manejar esta emoción, el miedo puede instalarse en nuestra vida y convertir nuestro día a día en un auténtico y permanente sufrimiento.

Los peques tienen muchos miedos que aparecen según van creciendo y que son absolutamente normales ya que, en muy poco tiempo, tienen que enfrentarse a demasiadas situaciones nuevas. Miedo al abandono, a los extraños, al colegio, hacia la relación con otros, al ridículo, a defraudar a los demás (en especial a los padres)... son pequeños Monstruos a los que pueden vencer si vamos trabajando con ellos para que sean valientes y aprendan a enfrentarse a sus pequeños-grandes problemas.

Sin embargo, creo que educar en el miedo se está convirtiendo en algo más fácil que lo contrario. ¿Por qué afirmo esto?
Porque cada vez estoy encontrando  más situaciones en el que veo a los peques más sobreprotegidos y dependientes de los mayores. Hace unos días, por ejemplo, una amiga, maestra de infantil, me contaba que todavía tenía niños que no controlaban esfínteres, que llevaban su chupete colgando y que para desayunar tomaban un biberón... ¿Con 3 y 4 años? -pregunté, un poco sorprendida. Efectivamente, fue la respuesta.

Independientemente de los daños físicos que estamos causando en el niño permitiendo que no mastique y que sus músculos no se fortalezcan, estamos haciendo al niño dependiente del adulto y la dependencia va alimentado al Miedo porque no somos capaces de enfrentarnos a ninguna de las situaciones que poco a poco nos va poniendo la vida.

En el día a día podemos encontrar muchos momentos en los que, sin querer, ya sea por falta de tiempo, cansancio, "cariño mal entendido", vamos fomentando esa dependencia: desde no permitirle que se vista solo a  responder a sus demandas inmediatamente, sin olvidar la sobreprotección extrema ante posibles peligros (daos una vuelta por el parque y ver en qué condiciones los niños montan en bici o patinan), convirtiendo nuestro día a día con ellos, en una retahíla constante de ordenes, prohibiciones y advertencias.

¡Ojo! no digo que haya que dejarles meter el dedo en el enchufe, no me malinterpretéis, pero, asegurando las condiciones de su entorno y vigilando desde la trasera, debemos dejar que los peques descubran, toquen, huelan, suban, tropiecen... y sientan por sí mismos. En mi pueblo, que como buenos manchegos tienen dichos para todo, se dice: nunca se experimenta en cabeza ajena.

Empecemos por dejar que asuman pequeñas responsabilidades de acuerdo con su edad como vestirse solo, preparar su cartera, su ropa, poner y quitar la mesa... Y, por supuesto, la responsabilidad de saber qué deberes tiene que hacer (madres, por favor: ¡salir de los grupos de WhatsApp del cole!). Si vamos reforzando sus logros, se irá generando en ellos confianza y seguridad en sí mismos, armas fundamentales para luchar con el Monstruo.
Son fundamentales, pero no las únicas, por lo que dedicaremos más reflexiones a este tema.


                   TODAS NUESTRAS REFLEXIONES SOBRE EL MIEDO

domingo, 25 de enero de 2015

¡Soy un amor de persona! Parte I




Como sabéis que soy fiel seguidora de Mafalda, hace unos días me mandaron esta viñeta  de Mafalda  y, tras la ternura y la sonrisa inicial que me provocó (comparto panchita con ella y me dije lo mismo), empecé a cuestionarme el mensaje: ¿Por qué ser un "amor de persona" es un premio de consolación para aquellos que no "tenemos un buen cuerpo"? ¿Qué es tener un "buen cuerpo"?.. ¡Me he metido en un jardín..!
Os invito a entrar conmigo y aquí va la primera pregunta: Un "buen cuerpo", ¿qué significa? ¿Por qué y para qué?

El cuerpo es lo primero que los demás ven de nosotros, es nuestra tarjeta de presentación ante ellos y todo en él tiene un significado: nuestro color de piel, nuestra edad, nuestro sexo, ser alto, bajo, rubio, moreno, gordo, flaco... ya nos coloca toda una serie de etiquetas que va configurando nuestro lugar en el mundo. Lo "mejor" que nos puede pasar es que nos consideren "normales" y pongo entre comillas los dos términos porque la categoría de "normal" implica una escala con muchos peldaños, tanto por arriba como por abajo, y encontrarte en unos u otros puede conllevar situaciones de discriminación y estigma social, sin mencionar el sufrimiento personal que pueden provocar.

Con cada una de esas etiquetas que te van adjudicando, se va configurando tu sitio y tu papel en la sociedad, así como, en gran medida, tu personalidad ya que, no debemos olvidar, que nos vamos construyendo también en relación con lo que nos rodea.

Si eres alto, todos te animan a ser jugador de baloncesto (deporte que odias, por ejemplo); si eres rubia, ya eres guapa y tonta (entiéndase la broma); si eres gordito, te toca  ser "el simpático del grupo"; si llevas gafas, asume que te llamarán gafotas muchas veces y ser joven... ¡lo más! (según vas cumpliendo años lo mejor que te pueden decir es  "pues no los aparentas").

En estos momentos, tener la etiqueta de "buen cuerpo" es colocarte en un lugar privilegiado, ya que compartes uno de los ideales o valores de esta sociedad. Estás en la élite de los privilegiados a los que todo el mundo admira y a los que todos quieren imitar. Tener un "buen cuerpo" no significa tener un cuerpo bien cuidado y sano pues, hay que recordar, que estar sano es  el bienestar físico, psicológico y social (OMS) y no creo que estar todo el día machacándose en el gimnasio, darse miles de cremas a todas horas, comer a base de pollo y arroz o una ensalada de una triste y solitaria hoja de lechuga, tomar montones bebidas y de pastillas de complejos alimenticios de los que desconocemos sus componentes reales y someterse a montones de intervenciones quirúrgicas, supongan un bienestar. Pensemos en las miles de personas afectadas por enfermedades como la anorexia, la bulimia, la vigorexia... todos males de nuestro tiempo provocados por la obsesión por tener un buen cuerpo.

Sabemos que a lo largo de la historia, el canon de belleza ha ido cambiando. Si yo me pongo como ejemplo (por no hablar de nadie más), habría sido una "musa inspiradora" para Tiziano (para Rubens, no hubiera servido ya que no estoy suficientemente gorda y no tengo celutitis (sin envidias); sin embargo, en este momento histórico, como tengo una edad y no quepo en la talla 38, soy "una madurita simpática".

Somos esclavos del modelo de belleza que tres o cuatro (podemos llegar a diez si me apuráis) personas en el mundo tienen en su cabeza y que nos trasladan a través de la publicidad para satisfacer las ansias de dinero y poder de grandes multinacionales de la moda, los cosméticos, la alimentación..., creando rebaños de ciegos seguidores por todo el mundo que sacrifican su SALUD (también en los aspectos emocionales y relacionales) sólo para "tener un buen cuerpo"

Pero... ¿qué nos están vendiendo? Imágenes falsas e inalcanzables que provocan frustración y sufrimiento. En este artículo "Bellezas inalcanzables" (hay muchos otros circulando por internet, aunque echo de menos saber cómo son los actores y los modelos masculinos) podéis ver las mentiras que nos creemos y los modelos a los que queremos imitar. También hay un vídeo (está en inglés: los que no seáis bilíngües no os desanimes ya que se entiende perfectamente) que muestra hasta qué punto esos ideales de belleza nos llevan a tener una imagen deteriorada de nosotros mismos.


Cuestionemos el mundo que nos rodea. Aprendamos a ser críticos y enseñemos a los peques a serlo.  ¿Queremos personas hermosas o HERMOSAS PERSONAS?

miércoles, 21 de enero de 2015

Reivindicando los saberes inútiles



Ayer estuve escuchando en el programa La Ventana de la cadena ser una tertulia sobre los saberes inútiles: Os la recomiendo. 

¡Me encantan los saberes inútiles! Para mí representan el interés, la curiosidad, las ganas de aprender y conocer el mundo que te rodea simplemente porque sí, sin otra utilidad que ser parte de ese mundo.
Es bastante triste que las personas sólo quieran conocer "algo" si tiene una utilidad (aquí podríamos poner ganar dinero, por ejemplo); creo que de esta forma el pensamiento cada vez es menos rico,  nos vamos "entonteciendo" y nos perdemos el "valor" real de nuestra cultura. Es una pena que, por ejemplo, gente joven universitaria que han crecido con los Reyes Magos desconozcan que cada uno de ellos tiene un simbolismo y representa una edad y una raza (es una anécdota real que me ha ocurrido recientemente): creo que este saber inútil también es cultura. 
Os propongo un reto: hacer la prueba y preguntar a vuestro alrededor, podemos escribir un post con las respuestas, sería simpático recoger que saben nuestros jóvenes de "esos señores tan majos que les traen regalos". Otra pregunta muy divertida: ¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?



sábado, 17 de enero de 2015

Mi muñeca



Quiero añadir mi muñeca a este muro muy especial que me encontré estas Navidades, paseando por las calles de Milán:

Tras la sorpresa inicial, ya que causaba emociones contradictorias, llego la indignación al encontrar la reivindicación del muro: representa a todas esas mujeres maltratadas que son víctimas de una guerra de los fuertes contra los débiles. 



Desde aquí quiero añadir mi muñeca y pediros a todos que participemos, desde todos nuestros entornos y en todos los lugares, en hacer desaparecer esta forma de terror a la que estamos contribuyendo con la sociedad que estamos construyendo.
Me horroriza ver a chicas adolescentes justificando que sus "novietes" les controlan el móvil porque las "quieren mucho"; esos chicos que insisten en ver a qué hora estaba conectada, quienes son sus amigos en facebook, que no las permiten salir con sus amigas... (seguro que vosotros profes, podéis añadir miles de ejemplos más que estáis viendo cada día en los institutos).
Cuando yo era adolescente ("batallita de abuela") no permitía que ningún pretendido novio (entonces los llamábamos "amigos") me dijese qué tenía que ponerme, salía con amigas cuando quería, sin justificar mis entradas y salidas y por eso no era ni más ni menos querida: era respetada y yo respetaba (tampoco exigía explicaciones): confiaba en la otra persona.
Las mujeres que compartimos mi generación estábamos muy orgullosas de a dónde habíamos llegado y  siento que hemos retrocedido montones de años en la igualdad entre las personas, porque en realidad, se trata de eso de igualdad y respeto a las personas.