sábado, 18 de junio de 2016

La pobreza cultural




Hace unos días me sentí muy triste. Mi vocación por la pedagogía, por lo que significa de cambio, mejora, progreso, se chocó contra un muro de indiferencia, desgana, apatía, impertinencia... Fue una experiencia muy desagradable que me llevó a comprender que no hay pobreza más paralizadora que la pobreza cultural.

Cuando no hay inquietud por conocer cosas nuevas, cuando no hay deseo por mejorar, cuando no quieres comprender cómo es el mundo que te rodea, ¿qué vas a transmitirle a tus hijos, a tus alumnos?

Cualquiera que sea el contexto en el que te mueves, es posible el interés y las ganas de aprender. Puede costar más o menos, pero es posible y mucho más en esta época en la que internet ha puesto al alcance de todos la cultura, los libros, los museos, los palacios, los viajes, el teatro, el cine, la música...

Para mí, lo más valioso de las personas es su capacidad para SER persona, para pensar, para disfrutar, para mejorar, para cambiar su mundo, para crear, para resistir, para aprender, para ilusionarse, para querer... ¿En qué se convierte la existencia de las personas que no quieren aprender?

Este ha sido un aprendizaje muy valioso: hay que seguir peleando contra la pobreza cultural.

2 comentarios:

  1. Una pobreza que hace a los hombres más planos pero también más manejables; acaso esté aquí su potenciación

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    1. El pan y circo de los romanos, aunque nos hayan dado el acueducto, el alcantarillado, la educación...

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