El viernes estuve de compras y mi objetivo era, simplemente, comprar un pantalón. Pero la compra se convirtió en la vieja y continua tortura de las tallas... Si la tienda no tiene dependiente, tengo que coger ¡hasta tres tallas! para acertar con lo que me vale. Si tiene amable persona, te pregunta ¿qué talla usas? Mi respuesta siempre es la misma: No tengo ni idea... depende de la ropa, unas veces una, otras, otra... Pero, esta vez, esta "movilidad" de las tallas me vino muy bien: adelgace una talla en una hora. ¡Vaya!-me dije- ¡no hay nada como ir de compras para adelgazar!
