domingo, 8 de octubre de 2017

De compras...




El viernes estuve de compras y mi objetivo era, simplemente, comprar un pantalón. Pero la compra se convirtió en la vieja y continua tortura de las tallas... Si la tienda no tiene dependiente, tengo que coger ¡hasta tres tallas! para acertar con lo que me vale. Si tiene amable persona, te pregunta ¿qué talla usas? Mi respuesta siempre es la misma: No tengo ni idea... depende de la ropa, unas veces una, otras, otra... Pero, esta vez, esta "movilidad" de las tallas me vino muy bien: adelgace una talla en una hora. ¡Vaya!-me dije- ¡no hay nada como ir de compras para adelgazar!





Lo más divertido fue cuando llegué a casa y les quité las etiquetas a los pantalones. Según lo hacía, me dio por comprobar la diferencia entre una talla y otra... Por supuesto... ¡No había ninguna! ¡Son exactamente iguales! Entonces... ¿Por qué un pantalón es la talla 44 y otro la 42? ¿No se iban a poner de acuerdo todos los empresarios de la moda para que la ropa tuviera el mismo tallaje? Por lo que veo seguimos igual. Las tallas siguen siendo una tremenda estupidez! Pero... ¡qué daño siguen haciendo!

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