sábado, 31 de octubre de 2015

Camino del exilio II: Colliure, fin del camino.



Seguimos los pasos del exilio y llegamos a ColliureColliure es un pequeño pueblo costero,  con un castillo templario, una iglesia fortaleza que le presta su característico perfil, callejuelas coquetas y una luz especial que atrajo a algunos de los grandes pintores como Matisse.



Matisse: Vista de Colliure (tomado de:www.wmofa.com)

 Aquel pueblo de pescadores se ha convertido ahora en un destino turístico donde miles de franceses pasan sus vacaciones y donde aparcar el coche se convierte en una misión casi imposible, compensada por las mil formas que te ofrecen para comer mejillones (no desaprovechéis la experiencia si pasáis por allí).




Fotos tomadas de: www.leblogdejielka.com

Antonio Machado consiguió llegar a Colliure tres días después de cruzar la frontera, agotado, enfermo y sobrepasado por las circunstancias. Allí vivió sus últimos días y queríamos, de alguna manera, encontrarnos con su memoria; era una manera de continuar nuestro pequeño homenaje a todas las víctimas de todas las guerras representadas en su persona.


Machado en Francia (tomada de: http://img02.lavanguardia.com/2014/02/22/Antonio-Machado-en-la-terraza)


Acompañados por el libro "Exilio y muerte de Antonio Machado" de Joaquín Gómez Burón, empezamos a recorrer sus calles buscando la tienda de antigüedades donde le dejaron descansar mientras sus amigos le buscaban un lugar donde cobijarse tanto a él cómo a su anciana madre. Desde allí, logramos localizar la hermosa casa donde una hermosa persona le dio cobijo, consuelo y compañía mientras su madre enfermaba y moría y donde sentado en su patio escribió sus últimos versos "Estos días azules..."  La casa ha seguido siendo un hotel hasta hace muy poco y mantenía intacta su habitación; ahora está cerrada y con aspecto de abandono. 






Tomado de: http://www.abelmartin.com/

Por un estrecho callejón se llega al cementerio donde están enterrados los dos, en una sencilla tumba, que recibe el cariño de muchos de los españoles que pasamos por allí en forma de mensajes que recuerdan al hombre bueno, honesto, fiel a sus principios, al poeta y al pensador



Allí, delante de su rostro inmortalizado en bronce y con una bandera republicana con sus últimos versos, resonando en mi cabeza sus palabras, mil veces cantadas "le cubre el polvo de un país vecino y alejarse le oyeron cantar caminante no hay camino sino estelas en la mar", yo pensé en el Maestro, porque, D. Antonio, fue Maestro. Un maestro que  decía "yo quisiera dejar en vuestras almas sembrado el propósito de una Escuela Popular de Sabiduría Superior. Y reparad bien que lo superior no sería la escuela, sino la sabiduría que en ella se alcanzase(...) Nosotros daríamos lo que más veneramos; un saber de primera calidad".

Pensé en el maestro de aquellos tiempos que pasaba hambre (seguro que habéis oído decir a vuestros padres o abuelos, aquello de "pasa más hambre que un maestro de escuela") y frío por esos pueblos perdidos, pero al que se respetaba porque tenía algo que podía abrir las puertas de un mundo mejor: la sabiduría (aunque esta fuera sólo aprender a leer y a escribir). A los que se "respetaba" tanto que se les convirtió en una de las víctimas más habituales de la guerra civil y de su represión posterior; ¿cuántas personas fueron encarceladas y fusiladas por el simple hecho de ser el maestro del pueblo?

Allí, delante de su rostro, quise agradecer su esfuerzo y su trabajo a todos aquellos maestros que día a día se dejan la piel en las aulas por hacer "personas de bien", pese a la oposición de un maltrecho sistema educativo mil veces reformado, escaso de recursos y medios, formando parte de una profesión menospreciada ("El que vale, vale y el que no a magisterio": ¿no habéis oído esa frase?) sobre la que todo el mundo puede opinar (¿le decimos a un médico, un arquitecto, un abogado, un ingeniero cómo tiene que hacer su trabajo?). ¡No creáis que, en aquella época, ya se recibían reproches de los padres!:
"A veces recibió la visita airada de algún padre de familia que se quejaba (...)
-¿Le basta a usted ver a un niño para suspenderlo?-decía el visitante, abriendo los brazos con ademán irónico de asombro admirativo.
Mairena contestaba, rojo de cólera y golpeando el suelo con el bastón:
-¡Me basta con ver a su padre!"


Pensé en el maestro que decía a sus alumnos "sed modestos: yo os aconsejo la modestia, o por mejor decir: yo os aconsejo un orgullo modesto (...) Recordad el proverbio de Castilla: "Nadie es más que nadie". Esto quiere decir cuánto es difícil aventajarse a todos, porque, por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre. (...) Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura."

¿Hay mejor enseñanza? ¡Gracias, Maestro!

Tomado de: www.amazon.es


Todas las citas pertenecen a la obra de Antonio Machado, Juan de Mairena, En este libro Machado, utilizando a un heterónimo, Juan de Mairena, va recogiendo sus pensamientos y reflexiones sobre España, la política, el estado, la filosofía, la educación, la vida... Os recomiendo su lectura: salvo algunos momentos más pesados, su lectura es ágil y tiene momentos realmente divertidos resultado de una ironía muy fina




1 comentario:

  1. Cada vez me parece más actual Machado, lo cual da un poco de miedo, pues si después de tres cuartos de siglo seguimos insistiendo en los mismos temas, ¿realmente hemos superado nuestra historia y todas sus consecuencias?

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